Marcha por el boleto estudiantil 1976.
¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía ser
jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la
suya no convertirse en viejos prematuros
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos descubrir
las raíces del horror inventar paz así sea
a ponchazos entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos y con el
sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan /
abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno
/ sobre todo les queda hacer futuro a pesar de
los ruines de pasado y los sabios granujas del presente.
Benedetti.
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'La noche de los lápices'
La noche del 16 de septiembre de 1976 se produjo una seguidilla de secuestros a estudiantes secundarios agrupados en la Unión Estudiantil Secundaria, quienes pedían que se implemente el uso de un boleto estudiantil secundario en la ciudad de La Plata.
Se secuestró a 10 estudiantes, de los cuales, sólo cuatro de los alumnos del Colegio Nacional de La Plata sobrevivieron a las posteriores torturas y traslados impuestos por la dictadura.
Aún en el día de hoy, algunos militares retirados niegan los hechos ocurridos, en contraposición con el gobierno argentino, que reconoce los acontecimientos que tuvieron como protagonista al general Ramón Camps, como director del Batallón 601 del servicio de Inteligencia del ejército y la Policía de Buenos Aires y cabeza del operativo.
Este hecho es tomado como un hecho emblemático del plan del Proceso de Reorganización Nacional de la última dictadura militar, ya que las desapariciones se realizaron sobre estudiantes, en su mayoría, menores de edad.
El caso tomo estado público en 1985 luego del testimonio de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes en el Juicio a las Juntas